Nunca esperé que
terminásemos así, Lucy. ¿Cuánto tiempo
fue? ¿Cuántos años estuvimos
juntos? Diez, doce. Recuerdo vivamente cuando te vi por primera
vez. ¡Qué carrocería! Ya, ya.
Lo siento. Sé que mis piropos te
parecen guarros, pero quisiera ver si no te digo nada… Impresionabas, Lucy, qué linda eras. Eres, aún.
¿Recuerdas nuestro primer viaje, juntos?
Corríamos en la autopista, parecía que volábamos, como si nos hubiesen
dicho que el mar se iba a secar si no llegábamos. Cómo pasa el tiempo, cómo nos va pasando y
cómo nos vamos acabando. Envejecimos
juntos, digamos que crecimos, Lucy, no quiero ofenderte más. Yo tengo canas y tú, por más de que te
llevaba a hacerte chequeos todo el tiempo, cada visita fue por mi culpa, por mi
descuido, por mis errores. Tú fuiste la
primera y siempre te mantuviste fiel.
Debí valorar eso, Lucy. Por eso
me duele revivir la última noche que
pasé contigo.
Cuando conocí a Aurora, me enamoré de nuevo. La visité un par de veces antes de decidirme. Me gustó, pero nunca tanto como tú. Tú sabes que es cierto. Que yo siempre haya sido un mal hombre es otra cosa, pero presentarte a Aurora estuvo mal. Nunca pensé que ibas a reaccionar así. Te llevé a conocerla. Hoy lo pienso bien y esa noche debí haber ido solo. Cuando estuvimos los tres juntos me di cuenta de que nunca debí haberte hecho eso, Lucy. Para qué. Te descompusiste de entrada, como si supieras lo que iba a pasar. Comenzaste a vomitar aceite frente al agente de ventas. La última noche que pasé contigo, Lucy, quisiera olvidarla, pero no he podido. Dime, qué podía hacer, si tú ya no dabas más y Aurora es cero kilómetros.
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